Esta es una receta que mi madre hacía a menudo (y que a mí me encantaba y aún hoy me encanta) y todavía, cuando hace una buena cazuela, me guarda un tupper para mí. Ay... lo que son las madres.
La verdad es que aunque como todo, lleva un ratito hacerla, tampoco es complicada, así que de cuando en cuando, también me la hago yo (normalmente para mí sola, porque mi marido y la verdura... se llevan regular, y los peques de momento no se han animado a probarlas). Reconozco que yo me negué a probarlas durante mucho tiempo, pero mi primo me convenció porque eran uno de sus platos favoritos, y le estaré eternamente agradecida, ja, ja, ja...
Bueno, pues os cuento:
Ingredientes:
Un buen manojo de acelgas
uno o dos dientes de ajo
una cebolla (o menos, depende de la cantidad de pencas que tengamos)
harina para rebozar + una cucharada para la salsa
un huevo para rebozar
sal
aceite de oliva
perejil
una hoja de laurel
Elaboración:
En primer lugar limpiamos acelgas, cortando las pencas (la parte blanca) en trozos de unos 5 o 6 cm de longitud y quitando los hilos. Las hojas se reservan para otra receta. Hervir las pencas en agua con sal hasta que estén tiernas (unos 20 o 30 minutos).
Cuando estén hechas colamos y reservamos el caldo, extendemos las pencas sobre un paño limpio o papel de cocina para quitarles el exceso de agua, las salamos ligeramente y a continuación las rebozamos pasándolas por harina y huevo batido y las freímos hasta que estén doraditas. Sacarlas a escurrir sobre papel de cocina para absorver el exceso de grasa.
Para hacer la salsa ponemos una sartén o una cazuela con fondo amplio con tres cucharadas de aceite, picamos menuda la cebolla y la pochamos a fuego medio-bajo. Cuando empiece a ablandarse echamos también el ajo picado menudito.
Apenas empiecen a tomar color, añadimos una cucharada de harina y removemos bien, y vertemos el caldo de cocer las pencas. Mezclar bien con una cuchara de madera. Dar un hervor (si espesa demasiado porque nos ha quedado poco caldo, le añadiremos agua) y luego ir echando las pencas rebozadas, con cuidado de no romperlas. Cuando se empapen de la salsa, se añade una hoja de laurel y perejil al gusto (yo le pongo como una cucharada) y se deja hervir unos diez minutos para que se mezclen los sabores. Si la salsa se reduce demasiado agregamos más agua.
¡Buen provecho!